martes, 19 de junio de 2012

Orquídea

Aquel día fue muy caluroso y quise sentarme antes de enfrentar el Laberinto. Me puse a pensar en los grandes Maestros, tratando de que de algún lado bajara “la inspiración”. Me paré y estiré mis brazos. Tomé coraje, escupí al suelo, miré hacia el horizonte (no recuerdo en qué orden) y decidí adentrarme en aquella jungla. 
Miré con recelo la cantidad de corredores, insuficientes (debido a el número interminable de variables simultáneas). Galerías rodeadas de todo tipo de hierbas y arbustos. Ya no recuerdo ni en qué época sucederá eso, o sucedió, por decirlo de alguna forma. Trataré de encontrar un hueco de escape y de entrada, el que más me guste, primero escuchándolo. 
En este Laberinto me envuelven los aromas de las plantas con sus flores, en especial los de aquella Orquídea, que suelo cruzarme a veces, única, alta, solitaria. 
 A veces creo estar seguro de que ya conozco este Laberinto y la forma de resolverlo. ¿Y si mi teoría falla? ¿ Qué tal si el laberinto solo conserva sus olores, su estética, su vegetación? 
¿Y si su gente es siempre la misma, pero con diferentes rostros? Todos estamos momentáneamente perdidos, quizás simplemente porque nos apasiona la búsqueda. 
¿Y si la Orquídea está más lejos de lo que parece? 
¿Y si el trayecto de un lado a otro cambia de forma y es cada vez uno distinto? Nada me importa, ni me importará, pues en este Lugar:

Me enredé, y tropecé, me caí y levanté muchas veces. Compartí.
Me enamoré, y lo celebré (y también lo sufrí). 
Me sentí ahorcado, asfixiado por la angustia. 
Electrizado por la energía, colapsado. Feliz, libre. 
Liviano, compacto, armonizado. Deshumanizado. Altruista. 
Vagabundo. Maestro. Idiota. Aventurero. 
Vivo hechos muy peculiares aquí adentro .Como estar escribiendo todo esto (por suerte puedo hacerlo). He deseado escapar, pero… ¡esto es tan intenso! Me quiero quedar, un largo tiempo más.

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